Producción sustentable

Si analizamos el progreso en términos de producción sustentable, es evidente el avance en las últimas décadas del siglo XX y con continuidad hasta el presente de una mayor conciencia sobre la mitigación del impacto de las actividades industriales en el medio ambiente. Desde la Revolución Industrial el foco de atención estuvo en la reducción de costos y maximización de las ganancias, con poca o ninguna conciencia sobre el impacto de la producción en el entorno.

Pero desde la década de 1970 la tendencia sobre el cuidado medioambiental y la responsabilidad de los productores comienza a tomar fuerza. El Estado comienza a realizar controles más rigurosos y las empresas a incorporar tratamientos para los residuos generados. A su vez, el reciclado, la minimización y reutilización eran tendencias que empezaban a aflorar como primeros intentos de cambiar el curso para un planeta en el cual ya se producía y consumía por encima de sus límites.

Entrados ya en el siglo XXI, la prevención, el control en origen, la gestión integral de la responsabilidad social y la articulación público-privada emergen como instancias superadoras para alcanzar una producción más limpia. En este sentido, cobra un valor preponderante la gestión de los vínculos con los grupos de interés que asumen diferentes roles durante todo el proceso.

La necesidad de un triple reporte que dé cuenta del impacto económico, social y ambiental para las organizaciones se hace imperioso para profundizar un modelo de desarrollo sustentable genuino. Un triple impacto que siempre se encuentra atado a los principios éticos con los que se desarrolle cualquier actividad.

Para las Pymes, el primer desafío se encuentra en vencer las limitaciones y el distanciamiento que se produce como resultado de la competencia de mercado con otras empresas colegas del sector o incluso los proveedores mismos. Sólo cooperando y desarrollando proyectos que ataquen problemáticas comunes, se puede alcanzar un verdadero desarrollo sustentable a través de toda la cadena de valor.

Por todo esto, la gestión de los vínculos con los grupos de interés se ubica en el centro de la estrategia de negocio. El trabajo asociado con empresas colegas, proveedores y clientes, la articulación con el Estado, la incorporación del personal en los procesos de toma de decisiones, como así también la participación de los vecinos y la comunidad en toda su dimensión es la única forma de resolver las problemáticas socio económicas que permiten alcanzar mayores niveles de competitividad.


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